El cambio de horario afectará a todo Chile continental, desde Arica hasta Aysén, mientras que la
región de Magallanes y la Antártica Chilena permanecerán con su horario actual. Aunque puede
parecer un simple ajuste en el reloj, lo cierto es que el horario de invierno impacta en la rutina diaria

de millones de personas, generando algunas alteraciones en el ritmo biológico, lo que se traduce en
fatiga, dificultades para conciliar el sueño y una menor capacidad de concentración. Estos efectos
pueden ser especialmente notorios en quienes tienen horarios rígidos, como escolares, trabajadores
con turnos fijos y, por supuesto, estudiantes universitarios que deben madrugar para asistir a clases y
mantenerse alerta para largas jornadas de estudio.
Para muchos universitarios, acostumbrados a estudiar hasta tarde y despertarse justo antes de sus
primeras clases, este cambio puede ser un desafío adicional. La sensación de cansancio y la dificultad
para concentrarse en las primeras semanas pueden afectar el rendimiento académico, por lo que es
clave tomar medidas para adaptarse de manera efectiva, por lo anterior se recomienda seguir estas
estrategias:
Ajuste progresivamente la rutina de sueño en los días anteriores al cambio de horario,
acostándose y despertándose 15 a 30 minutos antes de lo habitual. Al igual que los horarios de
alimentación y ejercicio, hábitos que ayudan al cuerpo a adaptarse con rapidez.
Aproveche la luz natural o la luz solar en la mañana, lo que ayuda a regular el reloj biológico y
mejora el estado de ánimo. Para los universitarios que pasan horas en bibliotecas o frente a
una pantalla, aprovechar momentos al aire libre puede marcar la diferencia.
Evite las pantallas al menos una hora de dormir, el uso de dispositivos electrónicos y La luz
azul de celulares, tablets y computadoras afecta la producción de melatonina, la hormona del
sueño. Esto es clave para quienes tienen el hábito de estudiar de noche.
Limite el consumo de cafeína y alcohol: El café es un aliado infaltable para muchos
universitarios, pero su consumo en exceso –especialmente en la tarde o noche– puede
dificultar el sueño y hacer que la adaptación al nuevo horario sea aún más difícil.
Aunque la transición al horario de invierno puede resultar desafiante para muchas personas, este
cambio también conlleva ciertos beneficios que pueden impactar positivamente en la vida diaria. Uno
de los principales aspectos positivos es la alineación con los ciclos de luz natural, lo que puede
contribuir a una mejor regulación del ritmo circadiano. Al haber menos desajuste entre el amanecer y
las horas de actividad, el organismo tiende a adaptarse con mayor facilidad, lo que puede traducirse
en una mejora en la calidad del descanso nocturno y una reducción de la fatiga diurna.
Además, el hecho de que amanezca más temprano tiene implicaciones significativas en términos de
seguridad, especialmente para escolares y trabajadores que deben desplazarse a primera hora de la
mañana, contar con luz natural en su trayecto reduce riesgos de accidentes y aumenta la sensación de
seguridad, tanto en el transporte público como en las calles y carreteras.
Esta ventaja no solo beneficia a quienes inician su jornada laboral en horarios convencionales, sino también a los universitarios que deben trasladarse a sus campus en la madrugada. En general, el ajuste del horario permite una mejor sincronización con las actividades matutinas, favoreciendo un inicio del día más dinámico y seguro.
