En la Región del Maule, un proyecto cultural abrió un espacio educativo y comunitario para rescatar, documentar y compartir la riqueza de la cocina indígena y campesina. La iniciativa, denominada “Raíces Culinarias: El Legado de Elena Pilquinao”, fue financiada por el Fondo de Fortalecimiento de Organizaciones de Interés Público (FFOIP) y tuvo como objetivo principal preservar un patrimonio gastronómico que ha vivido durante siglos a través de la tradición oral.
Durante cuatro meses, el equipo detrás del proyecto recorrió territorios de Vichuquén, Longaví, Empedrado y Talca, donde se realizaron jornadas presenciales dedicadas a recopilar recetas, técnicas culinarias y relatos transmitidos por mujeres y hombres de distintas identidades indígenas del Maule: comunidades picunche lacustres, precordilleranas, mapuche urbanas, como también grupos andinos y Rapa Nui que habitan la región.
Voces que enseñan y mantienen viva la tradición
La Seremi de Gobierno, Lucía Bozo, destacó el aporte de este proceso en el fortalecimiento de la participación ciudadana y el reconocimiento cultural.
“Proyectos como este demuestran que la identidad indígena debe estar al centro de las políticas públicas. Nuestro compromiso es seguir impulsando iniciativas que realcen su historia y su presencia en el territorio”.
Para Alejandra Báez, representante de la organización Inche Tañi Mapu, el corazón del proyecto está en la transmisión de saberes:
“La cocina es un espacio de memoria. Lo que compartimos viene de nuestras mayores, y este proyecto permite que esos conocimientos sean reconocidos, sistematizados y traspasados entre generaciones”.
Una obra culinaria y un reconocimiento con historia
El proceso culminó con la publicación de un libro que reúne 10 recetas tradicionales, cada una acompañada por la historia y la voz de quien la custodió durante años. Además, se creó el reconocimiento “Elena Pilquinao”, destinado a homenajear a mujeres líderes que han aportado a la preservación de la cocina indígena o al fortalecimiento de la identidad cultural en sus comunidades.
El cierre del proyecto incluyó degustaciones, conversatorios y la entrega del reconocimiento, transformándose en un espacio de encuentro donde niños, jóvenes, adultos y mayores compartieron no solo sabores, sino también historias, costumbres y aprendizajes.
Con esta iniciativa, la Región del Maule avanza en la educación cultural y la valorización de los pueblos originarios, reafirmando que la gastronomía tradicional no es solo alimento: es memoria viva, identidad y territorio.





